Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

martes, febrero 20

"¿Y qué pasa con lxs matarifes?"

Durante el programa de La Sexta, “Salvados” acerca de la industria ganadera, se mencionó la explotación laboral que sufren los matarifes. Incluso se entrevisto a una de sus líderes que entre otras lindezas dijo (lo escribo de memoria, así que quizás no sea exacta y minuciosamente las palabras que uso. O quizás sí. Lo que esta claro es que si no fueron estas fueron unas muy similares ya que se me quedaron grabadas): “A mi me encanta el cuchillo. Me encanta. Me encanta clavarlo, descuartizar. Tú me das un cerdo o una vaca y te hago un muñeco de nieve” expresiones a todas luces de una psicópata, sin ningún tipo de empatía o solidaridad con sus víctimas. Incapaz de ponerse en su lugar, de sentir el sufrimiento y el dolor ajeno. Incluso regocijándose en sus matanzas y crueldades. ¿Que pasaría si esas respuestas fueran al verdugo de víctimas humanas? A cualquier criminal de guerra, o asesino en serie… Si ves diferencias, es ahí donde empieza el especismo. La discriminación arbitraria hacia otros, desde una perspectiva supremacista por el simple hecho de no ser como el verdugo. Nunca sabremos si estas psicopatías ya vinieron con la entrevistada o nacieron a raíz de pasar tantas horas, días, quizás años, en los campos de concentración de animales no humanos. Por el contrario, conozco casos de personas que han tenido que “trabajar” (?¿) en esos lugares, y han abandonado todo, se han hecho vegans e incluso han montado un santuario animal y dedican toda su vida en la defensa de los animales a raíz de los horrores que tuvieron que presenciar.

En cualquier caso, está claro que en esos campos de concentración también llamados mataderos, a quienes esclavizan, torturan descuartizan y asesinan son a los no humanos. Que no digo que sus verdugos, que al fin y al cabo no son mas que el último eslabón de una cadena cruel, psicópata y asesina, no sufran explotación laboral, no se si mas o menos que el cualquier otro lugar donde priman las ganancias económicas por encima de todo. Lo que sinceramente me cuesta imaginar es que en el momento de la liberación de los campos de concentración nazis, por ejemplo, alguien dijera: “joder, si estamos mas preocupados de como sufrían las víctimas de los campos: judios, homosexuales, rojos y anarquistas, vagabundos, gitanos,… que los pobres jóvenes soldados nazis, obligados a trabajar en esas condiciones” o “¿Los campos de concentración? ¿El sufrimiento y la matanza que se viven dentro? ¿Y que me dices de los verdugos, de los soldados nazis, y la explotación laboral que sufren?.” Estamos de acuerdo en que no solo sería absurdo sin necesidad de negar la explotación que pudieron sufrir en algún momento los jóvenes alemanes obligados a ser soldados del III Reich, sino que comentarios de ese tipo serían extremadamente crueles y ofensivos. Igualmente me costaría mucho empatizar con algún líder de esos nazis cuando al preguntarle si le gusta lo que hace en los campos de concentración respondiera “A mi me encanta el cuchillo. Me encanta. Me encanta clavarlo, descuartizar. Tu me das un judio o un homosexual y te hago un muñeco de nieve” incluso aludiendo a posibles problemas mentales que haya desarrollado al vivir el holocausto.

Tenemos el especismo, la discriminación y el supremacismo muy arraigado profundamente en nuestras mentes. Hasta tal extremo de ser capaces de empatizar mas con verdugos que con víctimas, “porque son de mi misma especie (aquí igualmente podrías cambiar especie por genero, etnia, condición sexual,…)” Pero igual que somos capaces de ver y luchar contra otras discriminaciones que no siempre llevan a generar tanta opresión y terror como el especismo hacia sus víctimas, debemos perder el miedo a deshacernos de nuestros privilegios, ponernos en el lugar de las víctimas, y luchar contra la opresión, aunque no nos afecte a nosotras directamente. Si solo luchamos contra aquello que nos afecta negativamente directamente a nosotras, no es solidaridad, ni estamos llevados por ideales revolucionarios, sino es egoísmo e interés personales puro y duro. Y mas cuando somos capaces de solidarizarnos antes con verdugos que con quienes son claramente las víctimas de todo esto.


1 comentario:

  1. Buenísimo artículo. De poco servirán normas y decretos si la sociedad no adquiere mayoritaria conciencia y sensibilidad de hechos como los que aquí se denuncian.

    Salud

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