Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, julio 5

El auge del movimiento anarquista en Túnez

Philippe Pelletier

(Junio-2013)

¿Quién habría pensado, hace diez años, que se fuera a crear un movimiento anarquista en Túnez?

Sin duda existieron hace tiempo grupos anarquistas en el Magreb, que reagrupaban a árabes y europeos. Pero los éxodos de la población y los regímenes autoritarios surgidos de la descolonización lo barrieron todo. Existía también la tradición del tatuaje en tres puntos, que significaban tres desobediencias: desobedecer a Dios, desobedecer a la familia, desobedecer al poder. Después, el pueblo se sublevó contra la dictadura de Ben Alí. No obstante, entre la revuelta y el paso al anarquismo, es decir, a un anarquismo reivindicado, asumido y organizado con el fin de cambiar realmente las cosas, el abismo es relativamente grande.

Se ha pasado de estar harto en Túnez, donde varios factores han llevado a unos y otros, que contribuyeron con sus propias manos a derribar el régimen, a reivindicar de manera explícita el anarquismo. La insatisfacción es el efecto más fuerte frente al autoritarismo reinante en el seno no solo de los regímenes políticos sucesivos, sino también entre los partidos de izquierda y de extrema izquierda. Los principios y la historia anarquistas han sido descubiertos gracias a las informaciones disponibles en la red (que ha desempeñado un papel importante), o a través de Europa (a través de los emigrados o los estudiantes tunecinos de Francia).

Los logros de la descolonización —instrucción pública y situación de la mujer— crearon brechas para la emancipación. La crítica del anarquismo en los escritos clásicos del marxismo atrajo la atención sobre el anarquismo, a la inversa del efecto esperado por sus detractores. Las reivindicaciones a menudo llevadas a cabo por los partidos de izquierda sobre la libertad o la «fuerza participativa» parecen estar encarnadas del mejor modo en el anarquismo.

De golpe, después de cerca de dos años, se constituye cierto número de grupos anarquistas, o cercanos al anarquismo, en Túnez, Sfax, Béja, Susa, y otros en Bizerta, Sidi Buzid, Zaruán o Tozeur.

El sindicalismo está tan desacreditado por el sindicato oficial, que es la UGTT (Unión General de Trabajadores Tunecinos, que rechazó convocar a la huelga general en el momento crítico, y con una corrupción que alcanza a su base) que la mayor parte de los militantes anarquistas estiman que hay que posicionarse de modo diferente. Además, en el Estado, el sindicalismo apenas puede satisfacer a los numerosos parados, a los precarios y a las feministas. En cuanto a la religión, las posiciones que se obsesionan con ella corren el riesgo de olvidar la cuestión económica y social.

Las A en círculo florecen por todos los muros, sin que su sentido sea plenamente comprendido, pero los anarquistas tunecinos se esfuerzan por aclarar las cosas. En Túnez, el Movimiento Desobediencia, que cuenta con unos sesenta miembros, incluyendo a las feministas anarquistas, edita en árabe el periódico llamado Revolucionario Común, del que acaba de aparecer el tercer número. Se discuten proyectos de locales alternativos, de cooperativas agrícolas o de AMAP (Asociaciones por el Mantenimiento de la Agricultura Campesina).

La solidaridad internacional hacia esos compañeros que no tienen muchos medios debe actuar a pleno rendimiento respetando la autonomía de cada uno, conforme a los principios y la ética anarquistas, sin olvidar que federarse nacional o internacionalmente puede ser una fuerza.

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